¿QUÉ ES UNA HIPOTECA COMPARTIDA?

En una hipoteca compartida, cada miembro de la pareja asume una parte de la cuota según el porcentaje que figure en la escritura hipotecaria, pero en caso de impago ambos responden de la totalidad de la deuda con todos sus bienes presentes y futuros. Las entidades bancarias buscan seguridad y garantía de pago en sus operaciones hipotecarias. Lo que se analiza en un estudio para conceder una hipoteca es la solvencia del titular. En el caso de ser dos las personas que solicitan el préstamo, la solvencia es compartida y, por lo tanto, aumentan las garantías para el banco.

Son muchas las ventajas que se consiguen al firmar una hipoteca: Facilidad de acceso al crédito, menor riesgo de impago o mayor capacidad de endeudamiento, pero también nos encontramos con algunas desventajas, la mayoría de las veces provocadas por la separación de la pareja. Estas desventajas pueden ser dificultad para pagar la hipoteca (Es posible que con los ingresos de un único titular no se pueda pagar la cuota hipotecaria, por lo que es necesario negociar una solución con el banco), o Dificultad para salir de la hipoteca (Eliminar titulares de una hipoteca es complicado, porque el banco pierde garantías en la devolución del préstamo).

Con independencia de cuáles sean las motivaciones o las razones por las que uno de los titulares desea o necesita salir de la titularidad de la hipoteca, es complicado que la entidad bancaria acceda a este cambio tan importante. ¿Cómo podemos solucionar esto?

Vender la vivienda. Si ninguno de los miembros quiere quedarse con la vivienda, la opción más sencilla es venderla a un tercero y cancelar la hipoteca con el dinero de la venta.

Comprar la otra parte de la casa. Un miembro de la pareja puede quedarse con la totalidad de la casa pagando la parte correspondiente al otro miembro.

Hacer una extinción de condominio. Con esta operación, un miembro de la pareja cede su parte de la vivienda. En este caso, los gastos son menores que en la compraventa porque solo se paga el IAJD (entre el 0,5 % y el 1,5 %), no el ITP (entre el 6 % y 10%).

Con estas soluciones la vivienda queda repartida, pero la hipoteca sigue compartida entre los dos titulares, aunque uno ya no sea propietario.

Independientemente de la vinculación legal que exista en la pareja, antes de firmar una hipoteca compartida es conveniente firmar un contrato ante notario donde se especifica el porcentaje de la vivienda y de la hipoteca que comparten la pareja para facilitar el reparto en caso de ruptura.